domingo, 21 de marzo de 2010

¿RECONSTRUIMOS NUESTRA HISTORIA?

Constantemente. Somos responsables, cada día, de revolver el pasado en nuestras cabezas y reconstruirlo con las mismas piezas pero colocadas siempre de forma diferente.
Así parece ser, y no porque nos empeñemos, sino más bien porque es el mecanismo con el que se pone en marcha la perspectiva. De hecho, sólo lo que no asumimos y las cosas que nos producen dolor, se mantienen casi inalterables durante más tiempo. Los cambios que realizamos en el presente nos hacen adoptar una nueva perspectiva, no sólo hacia el futuro, sino sobre todo del pasado.
Y es que cuando uno ha resistido y mira hacia atrás, la mirada se dirige hacia una lejanía casi infinita (que casi parece dar la vuelta por algún lado y volver a penetrar en nosotros por el cogote), como si el ojo derecho mirase hacia el izquierdo que es el que verdaderamente está mirando al pasado y cambiando la perspectiva (prueba a poner esta mirada y verás que es así...). Automáticamente se respira mejor y se revalorizan los recuerdos de los logros, se relativizan los aspectos negativos (y desgraciadamente también los positivos)...
...Y, por unos instantes, parece que uno está intuyendo algún tipo de gran verdad que no es posible describir con el lenguaje; no, no lo es...

jueves, 11 de marzo de 2010

Siempre moviéndose, hasta para permanecer

Sin duda es una de las grandes verdades que he aprendido en este tránsito que es mi vida: siempre hay que estar en movimiento, hasta para permanecer. Los héroes y heroínas de cada día siempre andan en una cinta transportadora que fluye en sentido contrario. Unos días, las fuerzas te permiten apretar el paso y consigues neutralizar esa contracorriente, y sobrepasarla. Pero la mayor parte de los días no es así, y uno utiliza todos sus esfuerzos en seguir caminando con constancia para mantenerse simplemente en el mismo lugar. ¡Cómo no va a ser esto un comportamiento heroico!
Así que, cuando las personas se rinden (en lenguaje coloquial "se dejan arrastrar por la inercia"), son arrastradas hacia atrás, de ahí que quedarse quieto no es permanecer, sino retroceder.
En cualquier caso, los héroes cotidianos también desfallecen y, a menudo, no es malo pararse a descansar, dejarse llevar y sentir la brisa en la cara. Curioso, suele ser ese momento, el que permite inspirar la libertad.