jueves, 11 de marzo de 2010

Siempre moviéndose, hasta para permanecer

Sin duda es una de las grandes verdades que he aprendido en este tránsito que es mi vida: siempre hay que estar en movimiento, hasta para permanecer. Los héroes y heroínas de cada día siempre andan en una cinta transportadora que fluye en sentido contrario. Unos días, las fuerzas te permiten apretar el paso y consigues neutralizar esa contracorriente, y sobrepasarla. Pero la mayor parte de los días no es así, y uno utiliza todos sus esfuerzos en seguir caminando con constancia para mantenerse simplemente en el mismo lugar. ¡Cómo no va a ser esto un comportamiento heroico!
Así que, cuando las personas se rinden (en lenguaje coloquial "se dejan arrastrar por la inercia"), son arrastradas hacia atrás, de ahí que quedarse quieto no es permanecer, sino retroceder.
En cualquier caso, los héroes cotidianos también desfallecen y, a menudo, no es malo pararse a descansar, dejarse llevar y sentir la brisa en la cara. Curioso, suele ser ese momento, el que permite inspirar la libertad.