jueves, 23 de junio de 2011

EMOCIONES

Sentirse viva es explotar la simiente del tiempo
en un pecho que no decae...
Segundos, sólo segundos que se escurren
inalcanzables que se escapan al mirarlos...
Cierro los ojos para que vuelvan y son sólo
recuerdos de ellos mismos trastornados,
a mitad de intensidad pero suficiente
cayado para sentirse viva...
Vivirse es encontrar los intensos instantes
en una mirada colapsada de niño,
en una nota imposible,
en un horizonte congelado,
en una imagen desafiada...
Paradójicamente sentirse viva detiene
la respiración
y mueres un poco al devolverla
al cuerpo...
Al pasar el atenuado y recontruido recuerdo
sientes que has sido vestida de grandeza y
ahora, desnuda sólo sigue una adelante...

sábado, 30 de abril de 2011

     Ha salido el sol en todos los sentidos.
     Lo sé, habrá mañanas de tormenta, de viento, de frío, y sobre todo habrá días apagados de los que pasan inadvertidos, de los que nadie se acuerda pero que igualmente dejan las marcas sobre la piel.
     Pero no sólo ha salido hoy el sol. En realidad hacía sol desde hace meses. ¡Lástima, ver el sol ya en recuerdos y no haberlo mirado más cuando estaba!
     Bueno, en realidad debo confesar que cuando sale el sol y mira una los días de atrás, reconstruye las tormentas y los fríos sintiendo el poder de la exageración de cuando estás inmersa y cómo relativizar suaviza.
     A todos los héroes y heroínas cotidianos:

EL SOL SIEMPRE VUELVE A SALIR. NO SE CONOCE NINGÚN CASO DE LO CONTRARIO.

UN ABRAZO.

viernes, 8 de abril de 2011

CIELO DE SUEÑOS

Sueños imposibles de los que se cae
la imposibilidad
imposible que los sueños caigan
de la cabeza
al mar
imposibles los imposibles
los sueños de sueños
imposible no soñar sueños
sin mar
Los imposibles son sueños
Los sueños mar
Los mares imposibles
Me vuelvo a soñar.

viernes, 18 de febrero de 2011

SOMOS INCREÍBLES

     Cada día nos levantamos sabiendo que puede ser el último... o peor... el último para un ser querido.
     Tomamos los pesos del pasado y los levantamos con fuerza para caminar hasta que nos dormimos cedidos por el cansancio.
     Por la noche reconstruimos nuestra vida para que duela un poco menos. Curamos heridas, olvidamos, aunque las ampollas nos obliguen a cojear.
     Cada día es nuevo aunque deseemos que sea igual.
     Cada día dejamos de ser lo que fuimos ayer, sin olvidarlo.
     Cada día nos transformamos un poco, para sobrevivir.
     Es una lástima que a los seres humanos cotidianos se nos olvide que somos un tesoro por descubrir, y nos dejemos llevar por una sociedad que se empeña en recubrir de gloria, de basura, de misterio, de belleza... a personas, cuyo verdadero valor se quedará ya para siempre oculto. Me alegro mucho de ser una más del montón, un montón por descubrir por los verdaderos buscadores de tesoros. 
Abrazos.

domingo, 16 de enero de 2011

LOS TRENES QUE PERDEMOS

     ¿Quién no ha perdido un tren? Yo no he perdido ninguno, y sin embargo he perdido tantos. Pero... a menudo me pregunto si el hecho de haberlos perdido acabó siendo mejor opción que haber subido a ellos, o es simplemente un mecanismo psicológico para no sentir la frustración del fracaso.
     Yo he perdido trenes, autobuses, he visto alejarse las matrículas de todo tipo de vehículos y he sacado mi pañuelo blanco tantas veces para decirles adiós. 
Lo curioso es que he aprendido mucho mientras los miraba alejarse. Es un momento heroico ése: allí está una plantada como un poste en un desierto de gente (porque los trenes sólo se pierden en la sociedad), mimbreada por el viento (o los empujones), atascada por la frustración y tratando de cambiar el fracaso por una oportunidad, ya que no queda otra alternativa para poder volver a poner el propio cuerpo en marcha.
     Sí, he aprendido mucho al ir detrás de todo. Nunca voy delante, siempre lo aprendo todo más tarde. Pero esto puede ser una ventaja (o un argumento psicológico para no sentirme frustrada, jeje), vas caminando por la vida sin la presión de tener que ir el primero, vas mirando los caminos que otros han abierto y tienes más donde elegir, y además, de vez en cuando, te subes a trenes que otros pierden y lo haces casi sin darte cuenta.
     Decididamente es bonito tomar un tren, pero no pasa nada por sentarse en el banco de la estación con un buen libro y levantar sólo la cabeza para ver cómo corren los últimos viajeros y entran de un salto justo antes del pitido de cierre, cómo se inicia cansino el trayecto y se aleja, cómo en ese justo instante alguien llega sudoroso y dice "mierda". Y seguir leyendo hasta el próximo tren.